Como líder de formación, usted está familiarizado con la emoción que precede al lanzamiento de un nuevo curso eLearning. La plataforma está lista, el contenido es sólido y los vídeos están cargados de información valiosa. Pero, ¿ha pensado en el desafío que representa la retención de ese conocimiento una vez que la pantalla se apaga? ¿Cómo puede asegurarse de que las ideas y habilidades que se imparten no se desvanezcan en la niebla de la memoria de sus colaboradores?
La creación de un curso es, indudablemente, solo el inicio del viaje. El verdadero triunfo, el que marca la diferencia, es garantizar que el conocimiento no solo se adquiera, sino que también se ancle firmemente en la mente de las personas.
Usted se enfrenta a un adversario formidable: la curva del olvido, que es tenaz en su misión de borrar lo aprendido con una rapidez sorprendente. Pero no todo está perdido, pues con las estrategias correctas, usted puede enfrentarse a ella y salir victorioso.
Este artículo se centrará en estrategias efectivas que usted puede implementar antes, durante y después de un curso eLearning para maximizar la retención del conocimiento.
La curva del olvido, un concepto formulado por el psicólogo Hermann Ebbinghaus, ilustra la declinación de la memoria en el tiempo. Ebbinghaus encontró que, sin un repaso o reforzamiento, las personas tienden a olvidar hasta el 50% de la información nueva en la primera hora después de aprenderla. A medida que pasa el tiempo, este porcentaje aumenta, llegando a un olvido del 70% dentro del primer mes.
Este fenómeno enfatiza la necesidad de ir más allá de la creación de cursos atractivos; es imprescindible desarrollar una estrategia robusta de retención de conocimiento.
También leer: ¿Qué es el aprendizaje espaciado y cómo puede mejorar sus programas eLearning?
La fase previa al curso es como el cimiento sobre el cual se construirá toda la experiencia de aprendizaje. Aquí es donde usted, como líder de formación, tiene la oportunidad de establecer las bases para un aprendizaje significativo y duradero.
Antes de que comience el curso, es fundamental evaluar las necesidades de aprendizaje y los conocimientos previos de los colaboradores. La información recopilada permitirá personalizar el contenido del curso para cerrar brechas específicas de conocimiento.
Ejemplo: Suponga que está a punto de lanzar un curso de habilidades de programación. Podría implementar un cuestionario en línea que evalúe no solo qué lenguajes de programación conocen ya sus colaboradores, sino también qué proyectos han realizado y qué áreas les resultan más desafiantes. Con esta información, puede ajustar los módulos del curso para profundizar en los temas donde más lo necesitan.
Definir objetivos de aprendizaje claros y medibles desde el inicio ayuda a los colaboradores a entender qué se espera de ellos y a qué deben prestar más atención durante el curso.
Ejemplo: En lugar de un objetivo genérico como "mejorar las habilidades de ventas", defina uno más específico: "Aumentar la tasa de cierre de ventas en un 20% en seis meses, aplicando las técnicas de negociación aprendidas en el curso".
Orientar a las personas sobre cómo aprender de manera efectiva en un entorno en línea puede establecer las bases para el éxito.
Desarrolle materiales preparatorios que los colaboradores puedan revisar antes del curso, como videos introductorios o lecturas que establezcan las bases del material más complejo que se cubrirá más adelante.
Ejemplo: Antes de un curso de liderazgo, podría compartir un video inspirador de un líder empresarial reconocido, seguido de una guía de discusión. Esto no solo despierta el interés sino que también prepara mentalmente a los colaboradores para los conceptos clave que se explorarán.
Esta es la etapa donde se despliega el aprendizaje y donde se debe capturar y mantener la atención del colaborador. La implementación de metodologías y técnicas adecuadas es vital para asegurar que el conocimiento no solo se adquiera, sino que se internalice y aplique.
En el núcleo de un curso eLearning exitoso, encontramos la práctica y la aplicación activa del conocimiento.
Métodos como evaluaciones o encuestas, análisis de casos de estudio, y la inmersión en escenarios y simulaciones refuerzan la aplicación real del aprendizaje. Estas estrategias, al centrarse en situaciones prácticas, no solo enganchan al colaborador sino que profundizan su comprensión y habilidades, preparándolos para aplicar lo aprendido en su entorno laboral.
Ejemplo: En un curso para atención al cliente, podría crear un escenario en el que la persona enfrenta una crisis de reputación virtual, debe gestionar la respuesta de la empresa ante una ola de comentarios negativos en redes sociales, tomando decisiones que impactarán en el resultado de la situación.
Otro ejemplo: Después de un módulo sobre ciberseguridad, se envía a los colaboradores una hora después, una corta evaluación con 3 preguntas:
¿Qué pasos inmediatos debe tomar una empresa tras detectar una brecha de seguridad en su red informática?
En el contexto de la protección de datos personales, explique la diferencia entre un "dato personal" y un "dato sensible" y brinde un ejemplo de cada uno.
Usted descubre que un software utilizado ampliamente en su empresa tiene una vulnerabilidad crítica que ha sido publicada recientemente. ¿Cuál sería su protocolo de actuación durante las primeras 24 horas después del descubrimiento?
Estas preguntas están diseñadas para evaluar no solo el conocimiento teórico, sino también la capacidad de la persona para aplicar lo aprendido en situaciones que podrían enfrentar en la realidad laboral.
También leer: 6 estrategias para aumentar la retención del conocimiento en la formación e-learning
Proporcionar retroalimentación constante y constructiva es crucial para que los colaboradores comprendan su progreso y áreas de mejora. El feedback puede ser automatizado o personalizado según las respuestas y trabajos de los colaboradores.
Un sistema de retroalimentación automatizado puede proporcionar respuestas inmediatas tras las evaluaciones, destacando no solo las respuestas correctas o incorrectas, sino ofreciendo explicaciones detalladas que refuercen el aprendizaje o clarifiquen dudas. Por ejemplo, tras un quiz sobre programación, el sistema podría no solo indicar que una línea de código está mal, sino mostrar la sintaxis correcta y ofrecer un enlace a recursos adicionales.
Además del feedback automatizado, es valioso incorporar instancias de autoevaluación, donde los colaboradores reflexionen sobre su propio trabajo, y evaluaciones por pares, que fomentan un sentido de comunidad y responsabilidad mutua.
Las mentorías son otro complemento eficaz al feedback automático, proporcionando una perspectiva más personalizada y un apoyo más profundo. Un mentor puede ofrecer consejos específicos y ajustados a las necesidades individuales, lo que es especialmente beneficioso en áreas complejas o avanzadas del curso.
El microlearning, que implica presentar el contenido en pequeñas porciones, facilita la digestión del material y permite una revisión más frecuente, lo cual es clave para combatir la curva del olvido.
Diseñe módulos de microlearning que se puedan consumir independientemente y que estén interconectados, creando así un ecosistema de contenido que los colaboradores puedan explorar a su propio ritmo. Incluya elementos de gamificación para hacer el aprendizaje aún más atractivo.
Ejemplo: En lugar de largas lecciones de una hora, divida el contenido en módulos de 5-10 minutos que aborden un solo concepto o habilidad. Cada microlección podría terminar con un breve quiz o un desafío interactivo que otorgue puntos o insignias, añadiendo un elemento lúdico que incentive la participación y repetición.
También leer: Guía esencial para crear cápsulas de Microaprendizaje
Tras concluir un curso, es crucial emplear estrategias de seguimiento para que los conocimientos adquiridos se mantengan vigentes y útiles.
Después de la finalización del curso, es importante mantener el conocimiento fresco en la mente de los colaboradores.
El aprovechamiento de la tecnología móvil es esencial en el mundo actual, donde la información se consume en cualquier momento y lugar. Esta accesibilidad puede ser una ventaja significativa para la retención de conocimientos post-curso. Por ejemplo, una aplicación móvil diseñada para el seguimiento de un curso puede enviar recordatorios diarios de los conceptos más importantes, asegurando que estos se repitan y se refuercen en la mente del colaborador.
Para cursos más técnicos, como el desarrollo de software, la app podría enviar fragmentos de código que los colaboradores deban analizar o corregir, lo cual no solo mantiene frescas sus habilidades de codificación, sino que también les enseña a identificar y solucionar errores comunes en su día a día profesional. Además, podrían recibir desafíos semanales de programación que, al ser resueltos, otorguen puntos o insignias dentro de la aplicación, fomentando así un aprendizaje lúdico y continuo.
Otras notificaciones podrían incluir preguntas de trivia basadas en el contenido del curso, cuyas respuestas correctas e incorrectas se expliquen con breves videos explicativos. Esta interacción regular no solo refuerza el aprendizaje sino que también aumenta la confianza en la materia y estimula la curiosidad por aprender más.
Además, vincular artículos recientes y estudios de caso relevantes a la industria en la app puede mantener a los colaboradores al tanto de las últimas tendencias y mejores prácticas, aplicando lo aprendido en el curso a situaciones del mundo real.
En resumen, el uso de tecnología móvil para estrategias de seguimiento personalizadas y dinámicas ayuda a los colaboradores a integrar el aprendizaje en su vida cotidiana, convirtiendo el proceso de retención de conocimientos en una experiencia más atractiva, práctica y directamente relacionada con su desarrollo profesional.
También leer: Estrategias que promueven la transferencia del aprendizaje para su aplicación en el trabajo
Las evaluaciones periódicas son una herramienta crucial para mantener activo el conocimiento adquirido durante un curso. Al programar evaluaciones a intervalos regulares, se motiva a los colaboradores a revisar y refrescar constantemente el material aprendido. Por ejemplo, si usted ha impartido un curso sobre finanzas corporativas, podría establecer evaluaciones trimestrales que incluyan la resolución de problemas prácticos sobre presupuestos o análisis de riesgos financieros, situaciones que podrían encontrarse en su entorno laboral.
Estas evaluaciones no solo deben centrarse en la repetición de información, sino también en la aplicación de conceptos a nuevos escenarios, lo cual es esencial para la retención a largo plazo. Imagine que, después de un curso de marketing digital, se envía a los estudiantes un estudio de caso sobre una marca ficticia y se les pide que elaboren una estrategia de marketing basada en los principios aprendidos. Esto no solo refresca la memoria, sino que también desarrolla habilidades analíticas y creativas.
Adicionalmente, las evaluaciones podrían incluir preguntas de desarrollo que requieran que los estudiantes reflexionen sobre cómo han aplicado o podrían aplicar los conocimientos del curso en su vida profesional. Por ejemplo, después de un curso de liderazgo, una pregunta podría ser: "Describa una situación en su trabajo donde aplicó una técnica de liderazgo aprendida en el curso y explique cómo afectó al resultado del equipo".
Al integrar estas evaluaciones en la rutina post-curso, se fomenta la creación de un hábito de estudio y revisión, lo cual es fundamental para que el conocimiento se asiente y forme parte de las competencias duraderas del estudiante
Crear una comunidad en línea donde los colaboradores puedan compartir recursos, resolver dudas y discutir aplicaciones prácticas del conocimiento adquirido puede prolongar el impacto del curso y fomentar una cultura de aprendizaje continuo.
La finalización de un curso eLearning no es más que el inicio de una nueva fase en el proceso educativo: la aplicación y retención del conocimiento adquirido. Los líderes de formación se enfrentan al desafío de hacer perdurable la información y las habilidades impartidas, luchando contra la natural tendencia al olvido que todos experimentamos. Las estrategias post-curso, tales como la revisión constante, la aplicación práctica y el fomento de una comunidad de aprendizaje continuo, son esenciales para asegurar que la inversión en formación tenga un impacto real y duradero.
El compromiso y la proactividad en esta fase post-curso no solo solidifican los conocimientos, sino que también demuestran un interés genuino en el desarrollo profesional de los colaboradores, incentivando así una cultura de mejora continua que beneficia a toda la organización. En última instancia, la retención del conocimiento es un reflejo de la calidad de la formación y del compromiso continuo tanto de formadores como de estudiantes en el proceso de aprendizaje.